miércoles, 27 de enero de 2010

27 de enero -Santa Ángela de Mérici

Resulta que Santa Ángela de Mérici era una señora veneciana que vivió allá por la época del Renacimiento. Mostró gran piedad desde muy niña, hasta el punto de que, por no verse tan guapa y que los mozos no la mirasen, se untó los cabellos con hollín y miel, cosa que he pensado hacer hoy, ya que el gran mérito de Santa Ángela fue el de fundar la Orden de las Ursulinas y yo es que no me veo capaz, además que voy siempre corriendo de un lado para otro, tengo deberes, soy muy joven y todo eso… Así que, ¡mira que tengo el pelo bonito!, pero ya estaba por el sacrificio y además daba gracias a Dios de que tocase hoy, que no es tiempo de moscas ni avispas, cuando he leído otro fragmento de la vida de la santa que me ha venido al pelo (nunca mejor dicho). Resulta que un día, cuando Ángela gozaba ya de gran fama como persona docta y pía, se le acercó un estudiante vestido muy a la moda y con gran lujo, llevando una hermosa pluma en el sombrero. Pidió consejo a la ilustre dama ya que quería, según le explicó, ser sacerdote. Ángela, que le vio la pluma le respondió:
-“A usted le hace falta más modestia y sencillez, así que procure mejorar antes de tomar ese estado.”-
Parece ser que el joven quedó muy afectado, se enmendó y llegó a ser un buen sacerdote.
Pues bien, andaba yo pensando en esto y en mis cabellos que debían ser dulcemente barnizados, cuando, de repente, me he cruzado con una especie de turista que, desafiando este frío día de enero, lucía ligero de ropas y ¡con una esbelta pluma en su regional tocado! Ni corto ni perezoso me he acercado, he afeado su conducta regida por la vanidad y, de paso, le he recomendado un par de tiendas de ropa de franela y lana, más que nada para que cubriera sus desvergonzadas desnudeces. Acto seguido le he aconsejado que suprimiera esa altiva pluma y el hombre, que en el fondo no era malo, sólo una víctima de la moda germana, la ha ingerido entre lágrimas de arrepentimiento. Cuando nos hemos separado debo dejar constancia de que su tos me ha preocupado ligeramente, pero estoy contento del resultado del día.
La miel la he untado en pan, que es más propio.

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