jueves, 28 de enero de 2010

28 de enero -San Julián de Cuenca-





Sí, sí, claro, hoy es Santo Tomás de Aquino y parece que no haya otro santo posible. Pues mira, a mí me ha parecido que era muy loable dedicarme a este señor que, habiendo nacido en Burgos en el siglo XII, acabó en Cuenca para ser obispo en unos tiempos que aquello estaba lleno de cristianos, musulmanes y judíos, que vendría a ser como una discoteca en “happy hour”.
San Julián, hombre de costumbres sencillas, se quitaba la mitra, dejaba el báculo apoyado por ahí y ¡hala! a fabricar cestillos de mimbre que luego repartía entre los pobres. No sé yo si era afición o era para quitarse el estrés de estar todo el día convirtiendo a tanta gente diferente, pero le salían tan bien, que, dicen, que el que tenía un cestillo fabricado por Julián, no enfermaba nunca y, si no andaba demasiado fino, se curaba sólo con tenerlo entre sus manos. Y así, humildemente, se nos fue San Julián, un santo que me ha caído muy bien, y que antes de lo de los cestos, se había dedicado a evangelizar por España llevando sólo un crucifijo, un breviario y una muda, ya ven ustedes, con lo que nosotros metemos en las maletas. Claro que Lesmes iba con él, pero no creo que fuera Mary Poppins.
Este diario me está sirviendo para aprender muchas cosas y darme una buena dosis de disciplina. Como la que he usado para intentar, con mayor o menor fortuna (juzguen ustedes), imitar a San Julián “el cestero”, como se le llama con cariño. He pillado frío, me he torcido un dedo y un perro ha intentado morderme, pero sigo firme en mi tarea de emular a los grandes hombres y mujeres que nos ejemplarizan día a día. Debo reconocer que mis cestos no curan nada y el perro se ha comido un par de ellos, ¡santa paciencia!





No hay comentarios:

Publicar un comentario